Por: Santiago Cano
@Basto_art
La verdad no tengo candidato para la presidencia, tampoco me importa. Arduo, anarquista, apolítico, cómo quieran llamarme, pero la verdad no me gusta hablar sobre de temas de política (Aunque ya lo esté haciendo) porque sea quien sea el dirigente, bueno o malo, este es un país maldito ya que está construido sobre un cementerio indígena.
En las elecciones pasadas para presidente, la tía de mi novia se dio cuenta que no voté por nadie, se indignó tanto e hizo un escándalo cómo si hubiese sido un pecado capital, esta vez para sorpresa de ella y con el cargo de conciencia que me generó la otra vez su reacción, marcaré dos veces el tarjetón, por dos partidos políticos diferentes, por candidatos diferentes, cómo para desatrazarme de aquella vez que no vote.
¿Deber?,¿Imposición?, ¿Derecho?, ¿Libertad?, el voto es igual que el fútbol y la religión, no estoy diciendo nada nuevo ¿Verdad? Pues sus candidatos tampoco, y nunca lo harán. Hoy en día hay más partidos políticos, que intenciones genuinas de salvar el mundo, conmigo se pueden ahorrar el discurso.
La semana pasada un amigo me dijo: -Por gente que piensa como usted, es que este país está cómo está.
La verdad -Le respondí- No solo por gente cómo yo, que a la vista de tus ojos soy ignorante por pensar así, si no también por gente como los políticos que están graduados y de las mejores universidades amigo mío.
Y no es que crea que estoy haciendo la revolución más grande del mundo, ni me crea la verga por no votar, eso se lo dejamos a Calle 13, pero si algún día nos encontramos en la calle o en un bar, no me pregunte que si tengo candidato o que por quien voy a votar a menos de que quiera comprar mi voto, sí, yo lo vendo, pero eso si, no por un sancocho, ni un millón de pesos, como lo hacen en este país, el mío vale, un subsidio de treinta y seis millones anuales, un Porsche Cayenne color negro y una casita de dos plantas en Miami, donde pueda sentarme con una pola en mano a mirar por la televisión cómo ustedes siguen acabando con el país.
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