domingo, 9 de marzo de 2014

Tras antepenúltimo día. (Mono)


Tras antepenúltimo día:

Llegué y en lo primero que pensé fue en esta libretica y en la cicla de maria… Hablé con mi madre acerca de lo que venía yo de hacer en el centro de Medellín y me adentré en mi holgazanería un par de horas antes de ejecutar lo que ya había planeado para salvar este tras antepenúltimo día.
Cuando me sentí descansado de todo ese calor y de la caminadera; de todo lo del horario diurno, me dirigí hacia la cicla con mi libretica y empecé el pedaleo. Llamé al loco V. para preguntarle sobre algo que me interesaba para “condimentar” la tarde. No estaba en Sabaneta, pero él y Vane me propusieron salir más tarde, ya veremos…
En el momento en que llamé al loco V. apareció Manu, como por arte de magia, y me propuso charlar y me dijo que tenía algo con lo que yo podía hacer lo que pensaba hacer: “condimentar” la tarde; así que fuimos.
Hablamos, hablamos y hablamos. Apareció Lucy, con Marquito, y hablamos y hablamos más. Se torna cada vez más intolerable esa actitud, que siempre he tenido en los silencios de las conversaciones con algunas personas, que me hace rellenar con lo más superfluo que se me ocurre de repente, ese silencio, ese fantasma que sólo demuestra desconfianza. La conversación fue agradable así que no pensé tanto en darme golpes de pecho por esa actitud infantil y más bien me dejé llevar por la espontaneidad.
Luego de que nos cansamos de mover la lengua dividimos caminos porque Manu, tan gracioso y olvidadizo como lo conocí, tenía una reunión laboral y tuvo que irse así, todo jovial, todo alegrentón por el condimento.
Yo, haciendo catarsis en cada momento, y en cicla, decidí coger rumbo hacia Envigado. El camino fue como lo esperaba, como lo quería, reflejando esa idea de libertad que representan el viento y la velocidad, y alimentando mis sentidos, complaciéndolos como es preciso un martes.
Al llegar veo que hay juegos artificiales y mucha gente, no tanta, pero mucha; y siento que me ven como un loquito: con estas mechas, esta pinta, estos pedazos de hilo blanco que remiendan mis pantalones negros, con esta cicla “paletera” azul clarita, y para acabar de ajustar escribiendo en la mitad del parque y sin compañía alguna. Creo que mejor me voy y complazco al último sentido al que no he consentido hoy: el gusto.

Daniel Salazar (el mono), soy un energúmeno.