sábado, 19 de abril de 2014



Catarsis #3
Por: Sara Bolívar Mejía

A Xime y a todos los que le he fallado.Expresar la aburrición no es más que refunfuñar lo mal que se estuvo, se está o se irá a estar por algún suceso desafortunado.

Yo siempre he dicho que soy una mujer sin buena suerte, destinada a la fatalidad del lado contrario de lo bueno o fortuito, no contenta con eso me digo a mi misma que en la vida hay que realizar sacrificios que al final siempre valdrán la pena.

¿La pena? 

Pena
nombre femenino
1 Sentimiento de tristeza y ternura producido por el padecimiento de alguien.
SINÓNIMO lástima.
2 Sentimiento de tristeza provocado por una situación adversa.
3 Castigo que una autoridad impone a la persona responsable de una falta o un delito.

¿Ah? Me pregunto si puede ser uno más masoquista que eso, y la respuesta es que sí. Lo sé, es frustrante y aterrador lo que resulta detrás de una “simple” aburrición. 

Recuerdo que el año pasado recogí cerca de $1.000.000 de pesos para comprarme el teléfono móvil que sería mi herramienta personal para uso privado y profesional, una vez lo compré, lo usé y era una maravilla, luego llegó el 1 de enero, viajé en taxi de la casa paterna hasta mi casa actual, cuando llegué, pasados 40 minutos me di cuenta de que lo había dejado en el taxi. Nunca lo pude recuperar.

Para reparar el daño de la perdida, compré otro, ese me costó menos $400.000, no era una maravilla, ni podría ser usado como una herramienta personal para uso privado y profesional, a los dos meses expiró, se apagó como si nada, quería simplemente dejar de encender. Ahora está guardado en una caja, no he podido hacer efectiva su garantía porque está a nombre de mi novio, cuando lo fui a comprar necesitaban cédula y alguien con cuenta bancaria activa (?) Yo, tengo cuenta, pero no está activa y no tiene fondos.

Por ahora sigo sin celular, sin herramienta, incomunicada, pues Santiago -mi novio- y yo no hemos podido encontrar el momento para ir y hacer efectiva la garantía, ya que sufrimos de tiempos cruzados.

Hace más de 10 años que no voy al mar, hace casi 3 años no voy a un buen concierto, cómo, no hay como. Hace dos años tengo un trabajo en el cual me encanta hacer, cocino y hago feliz a las personas que disfrutan de lo que cocino, me he perdido de los cumpleaños de mis mejores amigas, me he negado la oportunidad de salir otra vez de Medellín, de andar, de hablar, correr, respirar y oír otros paisajes. 

Los viernes y los sábados de mi calendario ya no existen, ya no compongo melodías, si escribo es porque mi garganta está tan aprisionada que escupe en forma de impulsos, mis dedos van al teclado y mi mente organiza datos como algoritmos. 

Mi cartera está en quiebra, y mientras el tiempo corre, y mi juventud se va, yo debo seguir en mi plan de sacrificarlo todo para poder llegar a la meta y al final poder decir que todo lo perdido, todo lo que no realicé, todo lo que no gané en pasado lo obtuve al fin, algún día y que toda esa rutina de vida sacrificada valió la pena. 

Ojalá que no sea muy tarde cuando llegue ese día, ojalá Maria Ximena, todos los que me conocen y cada persona a la cual he dejado de celebrarle su vida y de acompañarlos en los momentos más importantes no hagan de la vida una pena, que hagan de la vida un disfrute diario, el tiempo como un elemento vital del cual yo no tengo mucho para dar. Tal vez usted y yo ahora querremos aprovecharlo.